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Reseña: La inquietud de la noche

La inquietud de la noche, Marieke Lucas Rijneveld

Una historia triste.
Una historia para leer despacio, una sensación de opresión en el pecho que se disuelve solo al final, convirtiéndose en un escalofrío que te envuelve el alma.
Pero como no podía ser contada de otra manera, esta historia…

¿Cómo pueden ser, sino tristes, los pensamientos de Jas, una niña de 10 años, que pierde a su hermano mayor mientras patina sobre la superficie de un lago helado que cede y se lo traga?


¿Cómo puede seguir viviendo en paz, con sus dos hermanos «que le quedan», en un ambiente familiar fuertemente aplastado por la observancia religiosa que, en lugar de brindar alivio espiritual, no hace más que demonizar cada uno de sus alientos?

Entonces Jas, nuestra narradora, se pone la chaqueta y decide no volver a quitársela, ni siquiera de noche, encontrando en esa prenda la protección y el calor que sus padres ya no son capaces de darle, y somatizando todo en su intestino. ese dolor que le gustaría que saliera y que en cambio debe reprimir.

El hermano Obbe, en plena adolescencia, se encuentra realizando crueles experimentos con animales (quizás para intentar «comprender» la muerte), explorando la sexualidad a través de extraños juegos sobre el cuerpo de las hermanas menores, y expresando su ira con fuertes blasfemias.

Hanna, la más pequeña, espera con Jas la llegada de un «salvador» que los aleje de allí, de su granja, de las vacas, de la mirada hiriente de Dios, y de esos padres demasiado obsesionados con el pecado y demasiado retraídos en propio dolor al notar el de los niños.

No hace falta decir que la madre y el padre son dos figuras paternas que se desmoronan, unidas únicamente por la ilusión de un Dios que ve y protege todo.
Están blindados con la palabra del Señor porque no pueden tener palabras propias.
Dos cuerpos vaciados de todo calor.

Tres niños a la deriva, solos ante la muerte, perdidos en un intento desesperado por recibir un poco de amor… pierden un hermano, una familia y la inocencia de un solo golpe.
Sin consuelo para ellos, sin protección.

Un debut potente, con una escritura ya madura, capaz de reproducir imágenes, olores y sensaciones físicas muy claras y precisas.
El autor también es poeta, y eso se nota.

Me pregunté por qué tardé tantos días en leer estas 250 páginas… luego me di cuenta que se lo debía a estos tres niños, a ellos les debía toda mi atención, mi mirada atenta, toda mi capacidad de comprensión y reflexión, mi clima. …
Hermosa, dolorosa y conmovedora.

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