Los seres humanos tenemos miedos existenciales que nos recorren a todos por igual, sin importar condición social, política o espiritual nos hacen temblar.
La soledad, la muerte y el futuro son temas sobre la que la humanidad siente un intenso interés y aprensiones profundas.
Despertar un día en medio del fin del mundo sería un evento que combinaría varios miedos y atormenta la mente de autores y lectores desde el principio del acto literario.
No es nada nuevo, esta cuestión, de hecho, ha sido una temática presente en todas las culturas, edades de la historia y religiones.
La literatura nos ha presentado el apocalipsis en diversas formas: bien sea una catástrofe repentina y sorpresiva, o un desgaste lento y progresivo que de forma pesada va socavando la tierra hasta volverla inhabitable.
Lo cierto es que el apocalipsis es un miedo elemental e intrínseco de la humanidad.
Apocalipsis, el fin del mundo en la era 2.0
“El apocalipsis”, según el pensamiento moderno, es una locución para describir sucesos o eventos que impliquen la destrucción del mundo como lo conocemos.
La literatura ha usado este generador para idear diversos tipos de personajes y situaciones.
Partiendo de la idea del fin del mundo, nacieron: zombis, alienígenas, virus y eventos climáticos.
Sin embargo, los apocalipsis más modernos, y los más terroríficos para la sociedad actual, son resultantes de acontecimientos que suceden gradualmente frente a nuestros ojos.
Un cuentagotas que va dejando caer, con impostergable lentitud, las gotas que ocasionaran la destrucción.
Y mientras las gotas se juntan, la mirada impotente del ser humano – al menos los que toman conciencia del avance del evento- observa con terror el fin. La contaminación, la inteligencia artificial o la genética son algunos de estos leiv motiv literarios.
Distopía, sociedad y política.
Los autores modernos han logrado descifrar a la perfección los temas que conmueven la tranquilidad de la sociedad moderna.
Nuestra sociedad, la de la era digital, se ha vuelto temerosa de sí misma.
Ya no tememos a dioses, o zombis, o alienígenas.
En una era en la que el humano cree poder saber y predecirlo todo, el miedo, la fobia de la sociedad moderna, es que su propia avaricia y ambición la consuman; y este reflejo social ha dado impulsado el género de la distopía.
La distopía no es tampoco un género nuevo, aunque sí lo son sus argumentos generadores.
La distopía está en la dirección opuesta a la utopía.
La distópico nace en lugares donde las condiciones sociales permitieron el surgimiento de sociedades limitadas y totalitarias, ungidas con las “mejores intenciones”.
Las distopías, contrariamente a lo que se piensa, no es reflejo de un mundo en ruinas y destruido, es más bien la representación de una sociedad que ha perdido la capacidad de discernimiento.
Por otro lado, las distopías se consideran, tontamente, sinónimo de literatura juvenil por el reciente boom del género en este target.
Pero, las distopías son uno de los géneros más políticos y reflexivos de la literatura y sus máximos exponentes son genios de la literatura clásica: Huxley, Orwell, Kafka.
Ucronía, o el mundo del “What if…”
La ucronía tiene un precepto más complejo, porque no tienen que ver con sitios ficticios, sino con tiempos ficticios que nacen de sucesos reales.
El “what if…” (o “que pasaría si” en español) tiene que ver con partir de un suceso real y documentado, tomar una variable de este hecho real y construir toda una secuencia cronológica partiendo de esta variable hipotética.
Post apocalipsis
Los autores que han atravesado las tempestades del apocalipsis siempre llegan a lo que pasará después del apocalipsis, porque la esperanza es también un argumento generador en este género.
Un mundo post apocalíptico es un mundo donde, después de la caída de la realidad como la conocemos, quienes sobrevivan tendrán que cargar con las consecuencias de dicho evento.
Esas consecuencias aparecen siempre de la -muy evidente- probabilidad de que la sociedad y el concepto de humanidad dejen ser lo que hoy entendemos; y sea el sobrevivir la única brújula moral de quienes queden sobre la tierra.
Recomendaciones para el fin del mundo
Si un día te despiertas y el mundo se ha acabado este listado de libros te darán algo de luz en el camino que tendrás que recorrer.
Apocalipsis: Apocalipsis suave – Will Mcintosh
Apocalipsis Suave está ambientada en 2023, y nos muestra una sociedad saciada y una economía gastada que mantiene a la mayoría de la sociedad desempleada.
La sociedad lleva a extremos brutales los desalojos y maltratos a quienes “no son productivos” y genera una división social armada y cínica.
Todos los caminos parecen llevar al protagonista, Jasper, a presenciar el trayecto final de la sociedad y entrar al vacío.
Distopía: Un mundo Feliz- Aldous Huxley
La felicidad debería ser obligatoria, y en el Londres de Huxley lo es.
Los seres humanos de laboratorio que conforman la sociedad en esta obra no conocen la melancolía, y los pensamientos derroteros se espanta con dosis inyectables, no existe la inconformidad, ni el hastío.
Pero la humanidad, como el agua, es una fuerza incontenible, y los restos del pensamiento paradójico y complejo, naturales del ser humano, aparecerán de la mano de un proscrito que harán dudar de la eficacia de esta sociedad al protagonista Bernard.
Ucronía: El hombre en el castillo. Phillip K Dick
Phillip K Dick imagina lo que hubiese sucedido si la II Guerra Mundial hubiese terminado con la victoria del Eje, y la eventual caída de unos EEUU debilitados en manos de los vencedores.
¿En qué se hubiese convertido nuestra realidad de haber sucedido esta secuencia de eventos?
Dick explora los diferentes escenarios que pudiesen haber sucedido, de haber cambiado algunos detalles de la historia tal como aconteció, y convierte el texto en una exploración de diversos multiversos.
Post apocalipsis: – La carretera. Cormac McCarthy.
Los Estados Unidos calcinados tras una guerra nuclear reciente es el escenario.
Un padre atraviesa el país en medio de lluvia de cenizas para buscar un lugar donde su hijo este a salvo.
Una obra emotiva y filosófica sobre el bien y el mal, la soledad y la relación padre-hijo.